Este artículo fue escrito por Rick Prelinger y publicado originalmente en Contents Magazine, Issue N 5. Lo tradujimos especialmente para el blog.

Rick Prelinger es archivista, escritor y realizador de video. Su colección de 60.000 films efímeros fue adquirida por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos en 2002. A comienzo de los años 2000, se asoció con Internet Archive para poner 2.100 films (próximamente 5.000) disponibles en línea para ver, descargar y reutilizar gratuitamente. Su realización «Panorama Ephemera» (2004) se exhibió en varias partes alrededor del mundo, y su nuevo proyecto «No More Road Trips?» recibió un fondo de Creative Capitalen 2012. Su proyecto Lost Landscapes se exhibió a miles de espectadores en San Francisco, Detroit y otras partes. Es miembro del directorio de Internet Archive y frecuentemente escribe y da charlas sobre el futuro de los archivos y sobre cuestiones vinculadas al acceso y a la regeneración de los archivos. Fundó, junto con su compañera Megan, la Biblioteca Prelinger en 2004. 

Desde que la representación simbólica tomó marcha y se presentó como permanente, hemos tenido que vivir en un mundo apropiado. Y por mucho tiempo la gente se ha metido de nuevo y de vuelta en las cadenas del origen y la derivación. A veces la apropiación está de moda, otras veces está devaluada. Ahora que cualquiera es un artista y muchos de nosotros somos habilidosos técnicos que trabajan con medios audiovisuales (¿o era al revés?), vemos un montón más de «Legos» culturales -especialmente en los últimos cuarenta años. La apropiación se ha vuelto una estrategia mayoritaria.

Para aquellos de nosotros que hemos luchado para hacer que el préstamo sea una actividad legítima, quizás sea hora de declarar la victoria y traer las tropas de nuevo a casa. Más seriamente, quizás sea tiempo de pensar en dónde estamos, o mucho más interesante, hacia dónde queremos ir.

Lo que quiero hacer es tratar de explicar por qué hacer obras con materiales preexistentes es más interesante que hacer obras con materiales que parecen más nuevos. Y al mismo tiempo, quiero mirar críticamente a ciertas formas en las que pensamos, y en las que he pensado, sobre la apropiación. Comenzaré con mi manifiesto, que empieza así:

1. ¿Por qué generar más obras huérfanas?
2. No presumas de que las obras nuevas son mejores que las viejas.
3. Honra a nuestros ancestros reciclando su sabiduría.
4. La ideología de la originalidad es arrogante y derrochadora.
5. Las últimas gotas son el trago más dulce.
6. Y las sobras fueron conservadas por una razón.
7. Los actores no tuvieron un trato justo la primera vez, vamos a darles otro.
8. El placer del reconocimiento nos calienta en las noches frías y nos enfría en los veranos calientes.
9. Generalmente nos acercamos al futuro de manera indirecta.
10. Esperamos que el futuro esté escuchando, y el pasado espera que nosotros también.
11. Lo que se ha ido es irrecuperable, pero quizás también prediga el futuro.
12. El acceso a lo que ya ha pasado es más fácil que el acceso a lo que está ocurriendo ahora.
13. Los archivos se justifican por su uso.
14. Hacé una manta, no un anuncio publicitario.

Nadie ama sus manifiestos más que quienes los escriben, lo que significa que a menudo requieren interpretación y quizás incluso traducción al lenguaje del mundo real. Por lo tanto lo que voy a hacer es tomar mis catorce puntos y expandirlos en ideas. Algunos de ellos quizás suenen de moda, pero creo que de hecho son bastante tradicionales -han estado adentro y afuera de nuestra cultura por un largo tiempo.

1. ¿Por qué generar más obras huérfanas?

Este punto está hecho para provocar, por supuesto. También podría haber preguntado: «¿Por qué hacer obras nuevas cuando todavía existen obras viejas?». Eso sería un argumento para la inmovilidad, pero no estoy buscando eso, estoy buscando movimiento.

La autoría está en su apogeo. Más obras están siendo hechas por más gente en más lugares. Vivimos en una sociedad tremendamente rica en materiales de todo tipo. Cada año los americanos tiran más textos, sonidos e imágenes que lo que la mayoría del resto de las naciones jamás crean. Somos la capital mundial de lo efímero, y mucho de eso no tiene ningún padre que sea un custodio activo.

Dado que nos aferramos al absurdo de que los productos del intelecto se convierten en propiedad al momento de su fijación en un soporte físico, otras criaturas raras nacen, incluyendo las así llamadas obras huérfanas, que pertenecen a una categoría de obras bajo copyright de las cuales alguien todavía es el dueño, incluso cuando ese alguien no puede ser hallado.

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Un film destruido.

Hay millones de obras huérfanas ahí afuera, flotando en el limbo. Podés reproducirlas y trabajar con ellas si querés, pero si la obra derivada que realizás se eleva por sobre cierto horizonte de oscuridad, corrés el riesgo de ser demandado. Estamos tratando de diseñar un mejor sistema de reglas, pero es muy difícil cambiar las leyes de copyright a menos que seas el dueño de un estudio de cine o de una compañía discográfica. Hay literalmente cientos de miles de libros geniales que nos gustaría digitalizar y poner en la red, pero no podemos hacerlo por su estatus legal de obras huérfanas.

La verdadera discusión, por supuesto, es que necesitamos consensuar y decidir cuán profundamente queremos conectar la cultura con la propiedad. Y cuando finalmente hayamos decidido sobre esa combinación particular, quizás podamos pensar sobre si maximiza nuestra libertad para hablar, para aprender y para preguntar. En definitiva, si nos lleva a la clase de mundo en el que nos gustaría vivir. Esta no va a ser una conversación fácil; a duras penas ha empezado. Pero una forma en la que podemos movernos hacia una distribución y un intercambio cultural más abiertos es haciendo nuestras propias obras tan accesibles como podamos. Podemos hacer esto restringiendo las limitaciones para la reutilización a un mínimo absoluto, utilizando licencias permisivas, como las licencias Creative Commons, que dicen «usame de esta forma, está bien» y utilizando el copyright como una herramienta homeopática antes que como un arma de choque y terror.

Hay demasiadas obras, y demasiada gente haciéndolas. Si la cultura permacultural es nuestro objetivo, quizás sea mejor pensar en encontrar formas bien elaboradas de re-presentar y recontextualizar obras VIEJAS mientras ponemos los frenos en la creación desenfrenada de arte NUEVO.

2. No presumas de que las obras nuevas son mejores que las viejas

A menudo nos apresuramos en pensar que de hecho hemos aprendido algo del pasado. Pero las obras nuevas tienden con frecuencia a reciclar las mismas ideas una y otra vez en materiales diferentes. A mí esto me sugiere que quizás deberíamos estar más abiertos a dejar que las obras viejas hablen, que nuestra tarea quizás no sea tanto generar obras nuevas sino construir nuevas plataformas desde las cuales las obras viejas puedan hablar. Esto quizás signifique que tengamos que entretejer los hilos de los otros, que tomemos posiciones más como organizadores que como escultores.

El collage hace esto a menudo. En los últimos años hemos interpretado el collage como un ensamble de unidades pequeñas, como el equivalente de las palabras, de las sílabas o incluso de los fonemas. Pero yo sugeriría que el collage quizás también funcione en unidades más grandes, como oraciones, párrafos, capítulos, libros enteros incluso. Este tipo de collage funciona despacio y con cautela, y en última instancia afectará la forma en que contrastamos obras viejas y nuevas.

Afirmar que un modo de producción artística es nuevo, o diferente, o de avanzada, o insurgente, implica oponerse o rechazar aquello que ha venido antes. Mucha gente ha hecho tales demandas de apropiación. Por otro lado, el cineaste Craig Baldwin nos ha brindado lo que creo es una idea realmente importante: que la realización de cine a partir de rodajes encontrados es realmente una práctica de arte folklórica, que sus raíces son tan tradicionales como las que más. El collage ha migrado de las artes tradicionales y de las artesanías que asociamos con la cultura folk al dominio digital, a menudo acelerando y fragmentando en su marcha. En otras palabras, no necesitamos la novedad para justificar nuestra práctica.

3. Honra a nuestros ancestros reciclando su sabiduría

Hay que tomar esto con pinzas. No soy bueno rindiendo pleitesía a nuestros ancestros y no sé si reconocería la sabiduría cuando está enfrente mío. Reciclar la así llamada sabiduría del pasado puede problematizar el presente y alentar a la gente a hacer preguntas más difíciles. Pero el reciclado está en riesgo, y necesitamos pensar cómo salvarlo. Lo que solíamos abrazar como una práctica de avanzada está involucionando hacia el mero estilo, hacia una especie de anti-brillo que vende estrellas de moda y jeans. Las grandes obras apropiadas están desapareciendo en una neblina de experiencia de ambiente.

¿Cómo podemos redimir el reciclaje?

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Basureando.

Como primer paso, podríamos apuntar a mantener viva una crítica genuina de la teoría y la mecánica de la representación, en vez de simple deconstrucción ritual. No otra pieza rebuscada que usa la táctica de hacer extraño lo familiar simplemente a través de la repetición. No otro collage con rodajes de los medios masivos editados agresivamente con un estilo de máquina de guerra. Podríamos llegar a un entendimiento con la pregunta de si remixamos para hacer arte, o si hacemos arte para remixar. En otras palabras, ¿es la apropiación/recontextualización un enfoque estratégico, o es un fin en sí mismo?

Hablando como cineasta, voy a admitir que a veces buscamos justificación para el remixado en la alfabetización mediática. Y una crítica muy relevante a la alfabetización mediática es que convierte a los críticos potenciales de los medios en fans de los medios. Aquellos de nosotros que editamos imágenes en movimiento sabemos lo que esto significa, porque los editores son los cinéfilos definitivos o los digivideófilos. Tenemos una relación muy emocional, casi erótica, con el material que editamos, y este fetichismo se muestra a quienes nos miran, no importa cuál sea su estado de distracción.

Esto puede funcionar como un argumento para nosotros para ser más distantes y estar menos comprometidos con nuestro material. Paradójicamente, muchas de las nuevas estrategias de representación que se nos ofrecen ahora a medida que se hace más fácil editar sonido e imágenes, nos permiten crear obras que son más hipnóticas y menos distanciadas que algunas de las toscas obras del pasado. Cuando hice mi película Panorama Ephemera en 2004, realmente fui por la distancia. Era un collage más bien lento e intelectual, hablado más en términos de párrafos que de fonemas. Esto fue difícil para la gente que esperaba algo más cálido, algo «más editado». En 2010, haciendo Lives of Energy, pienso que estuve más indeciso; hay secuencias que se comprometen un poco más y otras que son bastante minimalistas.

También veo mucho de nuestro material de archivo, y material encontrado en particular, utilizado en contextos que son primariamente ambientales o experienciales. Con esto me refiero a piezas de sonido/imagen/performativas desestructuradas, aleatorias, basadas en el azar, como marcas que se escriben para acompañar a los films sin mirarlos antes. El azar es una gran estrategia, pero ya no es más azar cuando se convierte en rutina.

De ninguna manera quiero criticar la experimentación, pero me parece que tenemos que esforzarnos en experimentar. Pidámonos más a nosotros mismos antes que pedir más a nuestro software. Y aunque esto es muy difícil mientras se trabaja con materiales apropiados, yo sugeriría que paremos de intentar criticar tan duramente a las formas existentes del material que utilizamos, y las dejemos morir por sí solas. En cambio, ¿cómo se van a ver las formas futuras? En otras palabras, redimamos al reciclaje de su modo reactivo y movámoslo a un modo formativo. ¿Podemos pensar en el reciclaje como un punto de partida?

Si el reciclaje continúa siendo más reactivo que formativo, me preocupa su futuro. Pero para ser optimista, pienso que esto está profundamente atado a la forma en que los medios del futuro se van a ver. Pero tenemos que empujar en esa dirección.

4. La ideología de la originalidad es arrogante y derrochadora

Muchos otros han dicho esto mucho mejor de lo que yo puedo decirlo. Es una locura alardear sobre la originalidad. Tanto de lo que hacemos descansa en trabajo que se ha hecho antes. Admitamos esto y hagamos quilombo. Aunque esto haga que alguna gente se ponga nerviosa, esto de hecho nos amortigua en una continuidad genética de la expresión, ¿y qué puede ser más tranquilizador?

Desafortunadamente, el arte-como-propiedad a menudo descansa en la idea de originalidad.

Algunos años atrás, fui a una excelente conferencia de Drew Daniel y Martin Schmidt de Matmos en el hermoso edificio de Hearst Mining. Drew presentó la historia y la promesa del arte conceptual de los años ’60 y ’70 y habló de cómo contribuyó al trabajo que ellos hacen. Uno de los legados más provocativos del arte conceptual era la desmercantilización[de-commodification], saliendo de la creación de arte orientada a los objetos y de la tiranía del mercado del arte. Y sin embargo me shockeó que la desmercantilización había creado de hecho su contrario. Las obras conceptuales tendían a existir primariamente en su documentación, en trazas físicas del trabajo que había sido creado por alguien de forma tal que el trabajo no desaparecería de la conciencia. La documentación crea objetos que son siempre la propiedad de alguien. El valor de la documentación del arte descansa en el trabajo de quien documenta y de quien hizo los documentos. Así que estamos de hecho casi de vuelta en el comienzo.

Cuando vayas a una performance, a una demostración o a un happening, contá las cámaras y las grabadoras. ¿Cuál es el radio de documentadores a actores? Pensá en toda la propiedad que se está creando sobre las espaldas de un evento que quizás no sea la propiedad de nadie, que quizás sea la anti-propiedad. Luego pensá identificar y desenredar todos esos derechos de propiedad, pero dentro de cuarenta años en el futuro.

5. Las últimas gotas son el trago más dulce

Mi compañera Megan y yo dirigimos una biblioteca de investigación en San Francisco que construimos alrededor de nuestras colecciones personales de libros, publicaciones periódicas y material gris o efímero. En determinado momento adquirió una vida propia y empezó a crecer como hongos en Mendocino. Nos reímos de cómo es una biblioteca llena de malas ideas; yo la defino como compuesta en un 98% por falsa conciencia. Está llena de información desactualizada, procedimientos extintos, explicaciones auto-evidentes, ideas que nunca pasaron la prueba del sentido común y mentiras. Y sin embargo ahí es donde se encuentra la verdad. No se puede juzgar el pasado por lo mejor, es necesario confrontarlo con sus imperfecciones. Y por supuesto eso también es verdad para el presente.

Cuando empecé a coleccionar films industriales, estaba impresionado por toda la historia de la clase trabajadora que estaba contenida en films hechos por corporaciones. Para extraer esa historia, había que comprometerse con una apropiación selectiva, pero está ahí, a menudo de una manera elocuente. Hay un film de 1936 llamado «Master Hands» que se puede descargar de Internet Archive; es un tributo a la producción en masa en Chevrolet. Pero lo que muestra es cuán elemental, peligroso e intelectualmente adormecedor era el trabajo en Flint. Es un film que nadie más parece tener, y está ahora en el Registro Nacional de Cine, pero era sobra, porquería -en un día frío de 1983, le tuve que pagar a un hombre para que no lo tirara.

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Extracto de la película Master Hands.

Nuevas investigación están mostrando que los chicos que crecieron en el campo tienen menos alergias luego en la vida. La hipótesis es que la exposición al estiércol los inmuniza de manera temprana. Los chicos de la ciudad se lo pierden. Espero que todos ustedes visiten la biblioteca, obtengan su dosis de malas ideas y construyan su sistema inmune.

6. Y las sobras fueron conservadas por una razón

Las sobras existen por montones de razones, pero mi favorita es que son nuestro material bruto para desarrollar operaciones sobre la historia. Así sea un individuo que filtra la realidad de su familia a través de un álbum de recortes o un manifestante llevando una foto de un prisionero en Abu Ghraib, la gente usa lo que nos es dejado como una ventaja para documentar la historia o incluso cambiarla.

Es un salto muy corto de pensar en las sobras de una comida a pensar más ampliamente sobre la cultura efímera y lo que representa: la evidencia de lugares perdidos y gente muerta, persuasiones obsoletas, vectores anteriormente energizados que cuelgan en el limbo como redes rotas.

Mientras tanto, más y más gente elige interrogar a la evidencia efímera mientras que deja al trabajo de los académicos valerse por sí mismo. Mientras que el documento original pueda no ser auténtico, regresar al documento le otorga autenticidad a la búsqueda.

Hace algunos años atrás, estaba caminando con una profesora que me estaba contando cuánto había tratado para interesar a sus estudiantes de cine en los archivos, pero no les importaba. Le pregunté por qué, y ella me dijo: «Supongo que porque sienten que los archivos son el fin de todo, el lugar donde los films van a morir». Este fue un momento de «mhmm» para mí, porque me di cuenta de que habíamos entendido las cosas completamente al revés. Pensé, ¿qué pasaría si reconcibiéramos al archivo como un punto de origen, como la cuna de nuevas obras y como el lugar de renacimiento de obras viejas? Si pensamos el archivo como un punto de incubación, de repente una capa de malas ideas empieza a desaparecer.

Los archivos prometen la posibilidad de retornar a documentos originales, sin mediación. Creo que esto es parte de su atractivo para los artistas -la idea de que podemos tocar y apropiarnos de los registros sin tener que heredar la corteza corrupta que se les ha adherido con el tiempo. Esto es una fantasía edénica, pero también puede ser un productivo punto de origen.

7. Los actores no tuvieron un trato justo la primera vez, vamos a darles otro

No sé mucho sobre los actores, realmente, y no los voy a llevar a través del argumento de la «larga cola». Pero creo que la reencarnación a través de la reutilización ayuda a las obras y a los realizadores a entrelazarse en una manta más densa, y les confiere importancia, reconocimiento y respeto. ¿Le trae dinero a los realizadores? A menudo lo hace, y hay todo tipo de modelos experimentales ahí afuera. Nosotros hacemos más dinero vendiendo metraje desde que ponemos esos films en línea para la descarga gratuita.

La ubicuidad aumenta el valor. La cultura es un recurso renovable infinitamente. ¿El valor de «Stairway to Heaven» sufre porque en el algún lugar de América, alguien está pasándolo por la radio cada treinta segundos?

Quizás nunca sabremos si los modelos de la abundancia le ganan a los modelos de la escasez, pero quizás aprendamos algo mientras experimentamos en el camino y le damos a los actores un trato más justo.

8. El placer del reconocimiento nos calienta en las noches frías y nos enfría en los veranos calientes

Le agregamos significado a la cultura remixándola. Poner algo en un nuevo contexto ayuda a verlo con otros ojos; es como traer a tu pareja por primera vez a la casa de tus padres, o dejar a un perro suelto para que corra en las olas.

También le infundimos nuevo placer a la cultura. Cuando el realizador que se apoda Otto Nomous hizo el corto «The Fellowship of the Ring of Free Trade», buscó decodificar las profecías escondidas en El Señor de los Anillos y probar que era una parábola anarquista relevante para el presente. Este video revela los diálgoos decodificados a través de subtítulos ingeniosos configurados en una tipografía Elvish. Es encantadora y se puede encontrar fácilmente en Internet.

Remixar es el extrañamiento tal como fue descripto por autores clásicos como Víctor Shlovksi y Bertold Brecht. Y sin embargo el material crudo permanece familiar y reconocible. Es al mismo tiempo un proceso subversivo y reconfortante. Algunos escritores, como John Updike y no como Jonathan Lethem, tienen miedo al emergente libro remixado. Y algunos archivistas tienen miedo de que los registros pierdan contexto, significado e intención cuando son remixados. Aunque parezca increíble, continúan las controversias sobre quién debería tener acceso a los registros de archivo y cómo estos registros debieran ser usados.

Esperan que sus textos no sean revueltos o alterados, que retengan siempre la misma identidad y continuidad, y continúen el mismo curso. Pero los ríos, como la información, se abre su camino alrededor de los obstáculos, y es en las curvas de los ríos donde suceden las aventuras. Y me resulta incómodo el discurso de la péridda que se impone en muchos de los comentarios contemporáneos sobre el remix. A mí me parece que es más acerca de la pérdida de la contigüidad -la desestibilización de las conexiones artísticas e históricas- que sobre la corrupción de la obra original o de los derechos de los creadores. Mortar es tan histórico como los ladrillos, y queda a criterio de cada generación re-interpretar y re-ordenar el legado cultural que se les deja.

9. Generalmente nos acercamos al futuro de manera indirecta

Se dice que la narración está cableada en nuestros cerebros -que respondemos de manera más profunda y emocional a las historias, a los personajes y a los arcos narrativos. Esto se escucha de cualquiera, desde folkloristas hasta ejecutivos de programación de TV. No se puede conducir un proyecto en el sistema de distribución si le faltan ciertos elementos obligatorios. Se puede, por supuesto, emplear elementos tradicionales de maneras novedosas y dramáticas: esto quizás te de premios.

Aunque estoy de acuerdo con que las historias empuñan un poder, creo que este poder es arbitrario. Creemos en la naracción porque hemos internalizado el consenso que nos ocasiona que creamos en ella. No hay ninguna razón para que este consenso no cambie a medida que el mundo evoluciona. La narracción como la conocemos no es un absoluto, y quizás puede que demore el curso de la cultura y de la historia. Valoramos la narración por su habilidad para envolver viejos esqueletos en pieles nuevas, pero incluso los huesos no duran para siempre.

Digo esto porque creo que apenas hemos empezado a imaginar lo que podemos hacer con lo que ya ha sido hecho. Montones de arte están estancados en los mismos hábitos. La mayor parte de los documentales re-envuelven los mismos tropos cansinos. La trilogía Millennium recapitula las mismas narrativas viejas sobre rescate y victimización. Y a los canales de TV no les gusta exhibir metrajes en blanco y negro a no ser que sean parte de una de esas eternas narrativas en blanco y negro como la Segunda Guerra Mundial o la Gran Depresión.

Aquí es donde la actividad cultural «DIY» (Do It Yourself) puede dar una vuelta alrededor de las lenguas vernáculas del entretenimiento masivo. La cultura DIY, la cultura maker, puede direccionarnos a objetivos largamente esperados: producción basada en pares antes que industrializada, creatividad descentralizada, cambio e intercambio de códigos constante y trangresivo. Hemos hecho parte del camino.

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Un VHS DIY.

Lo que me entusiasma de la cultura DIY es que es sobre el oficio y la comunidad, y muy poco sobre el arte. O al menos no aspira hacia el mercado del arte. Típicamente sucede en un nivel local o en un grupo de afinidad, y busca intervenir en el mismo lugar en el que nació. Y eleva una pregunta clave: solo porque ahora tenemos la capacidad y las herramientas para hacer medios masivos o alta cultura, ¿debería ser esa nuestra meta más importante?

Las recompensas por trabajar dentro de comunidades específicas generalmente sobrepasa los beneficios reales de la distribución masiva.

10. Esperamos que el futuro esté escuchando, y el pasado espera que nosotros también

Quizás sea vanidoso esperar que nuestras obras sobrevivan en el futuro y que sean escuchadas y oídas, pero aún así lo esperamos. Si queremos alentar a aquellos que aún no han nacido a pensar históricamente, necesitamos empezar por hacerlo nosotros mismos. Esto inevitablemente nos lleva al territorio de los materiales preexistentes, donde todo tiene un sello con fecha y hora, incluso si elegimos no reproducirlo.

Esto significa dejar pasar la oportunidad de fetichizar lo nuevo si nos va a llevar a eternalizar el presente. Porque las cosas no siempre van a ser como parecen ser ahora. ¿Quién hubiera pensado que los casquetes polares se iban a derretir tan rápido? ¿Quién hubiera predicho que las poblaciones de abejas disminuirían? ¿Quién anticipó la disolución de la Unión Soviética? ¿Y quién entre nosotros reconoce que los 50 estados de los Estados Unidos crecerán o se reducirán a menos de 50 a medida que el tiempo pasa?

Cuando inyectamos historia en la existencia contemporánea, estamos haciendo una intervención histórica, lo que puede tener consecuencias dramáticas -si escuchamos.

Este es uno de los argumentos más fuertes para la existencia de archivos, y uno aún más fuerte para el acceso expansivo extremo a los archivos. Es por esto que hemos puesto films efímeros en línea y ahora estamos escaneando libros, muchos de los cuales no fueron escritos por autores famosos.

11. Lo que se ha ido es irrecuperable, pero quizás también prediga el futuro

Durante 20 años coleccioné viejos films educacionales e industriales. Fueron hechos para instruir y socializar a la gente joven con el objetivo de convertirlos en trabajadores confiables, buenos ciudadanos y consumidores ávidos. Las audiencias de 1980 se fascinaron con estos films y se desarrolló un nicho de culto.

Yo estaba azorado de ver esto suceder, pero me desencanté con lo que me parecía era una reacción superficial y ahistórica a los films. Para mucha gente, estos films disparaban reacciones nostálgicas regresivas. Otros los trataban como documentos surrealistas, como rarezas bizarras, como el residuo de conspiraciones para fabricar consenso desaparecidas hace tiempo. El estilo de los films -un color viejo, una narración estentórea, vestidos fuera de moda y giros del idioma- a menudo se pisaban con su valor de evidencia. Parecía faltar algo.

El descubrimiento para mí fue darme cuenta de que estos films no sólo describían un pasado perdido, sino que quizás también estaban trazando los contornos de futuros posibles. En otras palabras, podíamos verlos no simplemente como anticuados, sino como predictivos. Y esto en efecto se ha hecho realidad. Muchos de los niños de hoy del suburbano viven las vidas valladas de sus contrapartes de 1950. Los intereses de las corporaciones y los gobiernos están mezclados. Vamos en ciclos en nuevas iteraciones de miedo -comunismo, terrorismo, socialismo, deflación, secesionismo, brechas generacionales.

No podemos volver hacia atrás al mundo del pasado, pero a veces el pasado se nos adelanta.

12. El acceso a lo que ya ha pasado es más fácil que el acceso a lo que está ocurriendo ahora

Las ferias de usado, los basureros, las tarjetas de descarte de las bibliotecas, Craigslist, el ático de tu abuela -todos esos lugares contienen masas de contenido simplemente esperando para ser cortados y reensamblados. Cada ciudad tiene un archivista extranjero que ha rescatado alguna colección importante de algo de algún basurero y quizás esté buscando colaboradores. El pasado yace listo para ser rehecho.

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La pantalla infaltable.

Sí, se puede remixar el presente y subirlo a YouTube, pero ellos pueden bajarlo y lo harán, si utilizás contenido que le pertenece a alguien más. Los medios digitales emergentes utilizan candados electrónicos para inihibir la reutilización, y lo que bajaste el sábado puede desvanecerse de tu disco duro el lunes. Estamos empezando a convertir el uso justo en un derecho legal antes que en una defensa legal, pero todavía no hemos ganado.

Mientras no deberíamos acobardarnos para remixar el presente, disfrutemos de la libertad que viene con trabajar con materiales del dominio público. El dominio público es el vecindario más canchero de la frontera. Usémoslo o perdámoslo. Pero para usarlo, necesitamos mejor acceso a los archivos.

13. Los archivos se justifican por su uso

El acceso a los archivos debería ser un derecho. No tendrías que ir a YouTube para encontrar material para cortar.

Esto puede parecernos obvio a nosotros, pero realmente no funciona de esta forma en el mundo de los archivos. Hasta hace poco (y estoy generalizando), los archivos se concentraron más en preservar los registros que en proveer acceso a ellos. Los típicos usuarios de los archivos solían ser un autor, un académico, un investigador en historia. A medida que los archivos se han hecho populares, y el público golpea a sus puertas, los archivos atravesaron un tiempo muy difícil reinventándose a sí mismos y a su cultura para encontrarse con el incremento de la demanda para acceder a sus colecciones.

Tenemos una infraestructura maravillosa de archivos públicos, privados y personales en el mundo, pero tenemos una garantía muy pequeña de que podamos ver, escuchar o tocar lo que necesitamos, ahora o en el futuro. Las bibliotecas públicas tienen una ética del acceso y una tradición de apertura. Los archivos aún no tienen eso, y no tenemos una estrategia para movernos en esa dirección. No tenemos tampoco una cultura de tomadores de riesgo. Las ideas exageradas sobre el valor económico de los archivos también mantienen muchas colecciones culturales cerradas con llave. Pero realmente se requiere un caso muy especial para convertir un archivo en una máquina de dinero. A menudo puede ser más barato regalar copias digitales que construir un negocio para venderlas.

Si los archivos no abren sus puertas, y si no encuentran maneras de actuar como productores culturales y empujar a sus colecciones afuera para el público, para que la gente experimente y trabaje con ellas, se enfrentan a un futuro muy incierto. De hecho, se enfrentan a la obsolescencia. Creo que esto ya está pasando en nuestro mundo, en el mundo de los archivos de cine y medios.

Lo que nos trae de vuelta a YouTube. Además de generar demandas legales y reenfocar la cultura de masas en un pantalla borrosa y encogida, ha traído cuestiones críticas para los archivos. Los archivos de medios visuales han tratado de unirse al siglo XXI poniendo pequeñas piezas y algunos bits en línea. Enfrentan tanto oposición internamente y de los titulares de derechos que han tenido que ir a pasos de bebé. Ahora YouTube ha elevado las expectativas del público, y es difícil ver de qué forma cualquier institución puede satisfacer esas demandas. Desde 2005, YouTube ha construido una colección en línea fácil de acceder de cientos de millones de videos, de modo tal que incluso diría que se ha convertido en el archivo mundial de medios por default. Lo que cualquiera haga ahora para traer los archivos en línea va a ser medido contra el legado ambiguo de YouTube. Presenta una colección masiva de material viejo y nuevo, desde los videos completos con los discursos de Malcolm X hasta los clips del alce que vi paseando por los patios delanteros en Anchorage. Se mantiene firme al modo de previsualización, presentando video flash de una calidad degradada, de manera que aún así puede ser demandado, pero la mayoría de los titulares de derechos considerarán lo que hace YouTube como promoción. Lo mejor de todo, es que les permite a los usuarios subir lo que quieran y comentarlo con una libertad relativa. No es un archivo, pero ha superado a lo archivos con las reglas de su propio juego.

Para que los archivos sobrevivan mientras dure el reinado de YouTube, necesitan ser usados. Y es nuestra tarea utilizar las cosas maravillosas que custodian.

La gente más joven, que forma la vasta mayoría de los productores de medios, ya han renunciado al legado de los archivos. Saben que no pueden obtener materiales de los repositorios de la vieja escuela, así que han tomado una ruta alternativa. Obtendrán los sonidos y las imágenes de sitios de intercambio de archivos y de YouTube, sin que les importe quién piensa que es el dueño de ese material. ¿Realmente los maximalistas del copyright peinsan que van a entrenar a toda una generación para que pida permiso?

Estamos viendo un un resurgimiento enorme de la cultura y las actividades «DIY» (Do It Yourself). Nuestra propia biblioteca está inspirada en la vieja escuela de la cultura punk, que alentó y empoderó a la gente para tomar las herramientas que estaban a su alrededor y simplemente hacerlo. Hay muchas vueltas que nos llevan de nuevo a una serie de presupuestos comunes: la cultura maker, la ciencia ciudadana, hackear productos y tecnologías de consumo, la agricultura urbana, el periodismo blogger -seguramente el lector conozca otros. Para los archivos y para los realizadores, el campo está bien abierto para la experimentación, y todos ganaremos si estamos abiertos a formas no convencionales de empujar nuestras obras afuera, a las audiencias que ni siquiera sabíamos que existían.

Los académicos tercerizaron la responsabilidad de juntar la documentación y la investigación a los bibliotecarios y a los archivos. Pero a mí me gustan los entomólogos, los folkloristas, que coleccionan lo propio. Todos podemos ser archivistas «DIY». Hay muchas oportunidades. Aquí hay algunos puntos de partida, algunas direcciones sobre las que pensar. Estos son corpus de material cultural sobre los cuales nadie está haciendo nada, o al menos no está haciendo lo suficiente, para reunir como archivo.

Puntos de partida (a modo de ejemplo)

zines & pubs independientes
películas caseras
videos en línea (estimo que llegan a un billón solo con YouTube)
colecciones curadas de páginas web (especialmente perfiles personales)
semillas locales (dejando la floración de 1000 Svalbards)
mensajes de textos, mensajería instántea, emails
comerciales de TV
comunicaciones radiales del gobierno
registros de la interacción entre naturaleza y cultura
Flickr y otros servicios de intercambio de fotos
libros de autoayuda
packaging de drogas y suplementos desde 1840 hasta el presente
documentación de artes locales y comunitarias
tus propios registros personales

14. Hacé una manta, no un anuncio publicitario

Hacer mantas es una forma temprana de hacer remix. Una colcha de retazos combina telas preexistentes de diferentes fuentes. Tejer una manta descansa en lo que los geeks llaman interoperabilidad -la habilidad de los elementos de entrar en una matriz y funcionar juntos. Eso es lo que hace que la Internet funcionen -las máquinas y las redes pueden hablar entre ellas e intercambiar bits libremente.

La interoperabilidad exige la apertura. Pero la apertura hoy está amenazada de diferentes maneras. Mientras que algunas compañías han construido sus modelos de negocios alrededor de la apertura, otras no lo han hecho. Facebook está construyendo una Internet entera de su propiedad detrás de un muro empinado. Apple ha tomado información y datos de los navegadores abiertos y los ha guardado dentro de sus apps solamente accesibles a través de su propio hardware. Muchos formatos de libros electrónicos no son interoperables. No se puede tejer una colcha de retazos de los medios con cuadros que no pueden encajar entre sí. Si vamos a construir videos y libros interconectados, citar libremente del trabajo de los otros, y unir pasado y presente, necesitamos asegurarnos que la apertura esté en el centro de todas nuestras actividades. Los materiales culturales necesitan ser distribuidos y compartidos tan libremente como la ley lo permita.

Pero por sobre todo, tejer una manta es un arte folklórico, no una expresión corporativa. Es sobre convertir las sobras en algo que es tanto trascendente como útil. Su objetivo principal no es vender.

Más aún, una manta no es una matriz despoblada. Los cuadros se unen para mantener la cama limpia y caliente el sueño. Una manta no es simplemente una prueba de concepto. Yo estaría muy contento si colectivamente decidiéramos movernos más allá de las pruebas de concepto y en vez de eso, trajéramos los conceptos a la vida. Si los arquitectos no están respaldados por capital, construyen edificios conceptuales, castillos en el aire. Los realizadores de cine generalmente esperan el dinero antes de rodar sus películas. Pero aquellos de nosotros que trabajamos con medios y materiales más baratos no necesitamos apuntar a las contradicciones o cuestionar los sistemas de poder -podemos hacer trabajo factible.

La cultura, como el agua, como los animales pequeños y como las semillas en el viento, es difícil de encerrar. Pero también la cultura es frágil. Si comenzamos a ponernos límites involuntarios a nuestra movilidad, a nuestra movilidad y a nuestra libertad para consmir, va a estar interesante ver qué formas de actividad cultural sobreviven.

Hacé una manta, no un anuncio publicitario.